Lamentablemente, diversos "analistas" surgidos de la coyuntura mediática, vienen confundiendo a la ciudadanía, antes que orientarla respecto al problema de la inseguridad ciudadana. Intereses políticos están inspirando foros, conferencias y artículos de toda índole, ofreciendo diagnósticos redundantes que todos conocemos (con el único afán de demostrar sapiencia) sin aterrizar en soluciones concretas, para enfrentar un problema que cada vez es más grave, a pesar que el Gobierno se empeña en decir lo contrario.
No vamos a caer en la tentación de competir con estos "expertos" repitiendo cifras, ni ofreciendo soluciones mágicas o divagaciones sin aterrizar en el cómo.
Desde el principio
Comenzaremos por decir que el delito contra la seguridad de los ciudadanos, en sus diversas modalidades, es tan antiguo como la humanidad. Y a pesar de los esfuerzos que han hecho todos los Estados del mundo, no ha podido ser erradicado en ninguno. Tiene las mismas características de la corrupción.
Siendo esta una verdad irrefutable, también lo es el hecho, que muchos países han logrado reducirlo al mínimo, mientras que en otros, como el Perú, el problema se ha ido agravando en forma acelerada. Dado que quien tiene la responsabilidad exclusiva y excluyente de perseguir el delito (en todas sus modalidades) es el Estado, pues es el único que tiene la atribución de hacer uso legítimo de la violencia, las Constituciones de todo el mundo han incluido un derecho y una obligación al respecto.
Han positivado el derecho a la paz y tranquilidad, que en nuestra Constitución es un derecho fundamental (Artículo 2º Inciso 22) y la obligación del Estado de proteger a la población de las amenazas contra su seguridad (Artículo 44º).
Y son: ese derecho y esa obligación constitucional, los que debemos exigir con total firmeza en la hora presente. Si queremos preciarnos de vivir dentro de un Estado de Derecho, lo menos que podemos esperar, es que el Estado cumpla una de las funciones para las cuales fue creado.
Comenzaremos, como aconseja Descartes, por definir el problema y lo haremos através de su antípoda: la seguridad ciudadana. Patricia Gonzales ("Seguridad Ciudadana", FLACSO) la define como "la condición personal, objetiva y subjetiva, de encontrarse libre de violencia o amenaza de violencia o despojo intencional, por parte de otros". Pero, a continuación confirma lo que decíamos líneas arriba: "Esta es una situación ideal que probablemente es inexistente en cualquier lugar del mundo, pero que funciona como objetivo por alcanzar".
Siendo esta la situación ideal por alcanzar, la urgencia por conseguirla es tanto mayor, cuanto menos seguros nos sentimos. Así de simple funciona esta ecuación.
Desidia e incompetencia
Habiéndose descuidado, por desidia e incompetencia, este grave problema, estamos ante una enfermedad avanzada que requiere una cirugía mayor y un cirujano diestro, que transformado en líder, sea capaz de diseñar con habilidad estratégica las políticas públicas necesarias y convocar el concurso de todos los actores que tienen protagonismo en este montaje. Lamentablemente carecemos de ambos, situación que nos inspira con afán patriótico, a seguir el siguiente esquema metodológico:
Primero: Después de analizar objetivamente la situación, sin disimulos, triunfalismos, ni "llorar sobre la leche derramada", formular una Directiva de Gobierno de largo plazo para enfrentar la inseguridad ciudadana. La misma que debe contener (para fines internos) la identificación de las fallas que tuvo el Estado.
Segundo: Esta directiva debe comprender medidas preventivas y represivas, definiendo cuales se tomarán en ambas fases y quienes participarán en ellas. Como necesariamente deberá invocarse el concurso de varios dominios, poderes y sectores, el marco legal deberá otorgarle facultades al jefe de Estado, para ser el gran coordinador de todos estos esfuerzos.
Tercero: Fijarse metas específicas en el inmediato, corto, mediano y largo plazo, transformándolas en políticas de Estado. Para lo cual, si fuera posible, conseguir el concurso de todas las fuerzas políticas. La condición más importante para su cumplimiento, es que la población tenga pleno conocimiento de ellas y los plazos señalados. Como decíamos al inicio, una de las primeras condiciones del desarrollo es la información que debe recibir la población, para participar en forma efectiva en la solución de sus problemas. Sin liderazgo, nada de esto será posible.
Como resulta obvio, este no es un problema policial como muchos "expertos" de esta institución sugieren. Probablemente sea la Policía Nacional uno de los actores, pero para que sean reconocidos en el reparto de esta obra, deben ser sometidos a una profunda reforma. Deben dejar de ser una institución militarizada, burocrática, con evidentes signos de corrupción y alejada de la población, porque esta en determinados casos dejó de tenerles confianza.
Siendo esto así, veamos quienes sugerimos participar en las fases preventiva y represiva, y qué se tendría que esperar de ambos esfuerzos.
Fase Preventiva: Deben intervenir el sector educación, el de inclusión social, el de trabajo; los mismos que deben educar, luchar contra la exclusión social y generar empleo. Particularmente para jóvenes entre 15 – 30 años. Asimismo, debe intervenir la Iglesia (cualquiera sea la confesión) e incidir en valores, temores y criterios de conciencia. El IPD deberá fomentar la práctica del deporte en coordinación con las Municipalidades, para construir infraestructura deportiva en forma masiva. Así mismo, a través de los comedores populares, deberá aperturarse "Escuelas de Padres", para difundir la responsabilidad de los cónyuges en la crianza y orientación de los hijos. En esta misma fase, incluir a la Guardia Civil (como era antes), como un guardián orientador de la sociedad.
Desterrar la violencia
Que la televisión y en general todos los medios de comunicación (sin vulnerar la libertad de expresión) sean motivados a desterrar la violencia y la velada apología del delito en sus contenidos.
"Sembrar" de clubes culturales, artísticos y deportivos la ciudad. Esta es una tarea relativamente fácil que deben ejecutar las municipalidades. Concursos y competencias por doquier, desde el nivel calle, barrio, distrito.
Si el problema de inseguridad tiene muchos años y comenzó en la colonia, no es de esperarse que la solución se consiga en el corto plazo. Invito a los "expertos" a no traficar con las expectativas de la población, por intereses políticos.
Fase Represiva: Se ha creído que este es un problema de leyes y de la Policía. Nada más equivocado. Esta receta (está demostrado hasta el cansancio) no ha funcionado. Seguir insistiendo en lo mismo demuestra orfandad de ideas, o no tener la decisión de enfrentar el problema.
En esta fase necesariamente intervienen los siguientes sectores, organizaciones e instituciones: el Poder Ejecutivo, que es el que constitucionalmente debe hacer cumplir las leyes; el Poder Judicial que es el sancionador, la Policía Nacional a través del Ministerio del Interior, los Serenazgos de las Municipalidades. El Poder Legislativo y eventualmente, el Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas.
Resumen: Casi todos los elementos de estas dos fases, han venido interviniendo en el problema en forma desordenada y descoordinada, a falta de una sola Directiva que los aglutinen y de un líder que los conduzca. Estas dos carencias deben terminar.
Propuestas:
Es necesario hacer un documento que involucre ambas fases. Señalando responsabilidades y metas temporales para cada una, pero con la convicción que sus frutos se verán en el largo plazo, sin que esto quiera decir que no podamos concretizar logros en lo inmediato. Para lo cual propongo:
1. Con carácter de urgente, desburocratizar, desmilitarizar y limpiar la Policía Nacional, poniéndola bajo la dirección de un especialista que conozca el problema de seguridad ciudadana. Esta reorganización total debe darle atribuciones a los Alcaldes, de participar en la evaluación de los Comisarios. En un primer momento, pasar la Policía de Tránsito y de Turismo a las Municipalidades. Crear nuevamente la Guardia Civil, la que intervendrá en la Fase Preventiva, ganándose la confianza de la población y su respeto. Modificar la Ley Orgánica de la Policía Nacional, dándole facultades legales el Director General para separar y enjuiciar a los malos elementos.
2. Con carácter de urgente, hacer que el Poder Legislativo emita las leyes correspondientes para evitar que determinados malos elementos de la Policía, vuelvan a reingresar con la complicidad de algunos jueces y fiscales. Duplicar las penas, sin beneficios carcelarios, para los policías que delinquen. Elevar las penas para los delincuentes reincidentes sin otorgarles beneficios de ningún tipo.
3. Con carácter de urgencia, privatizar los establecimientos penales de máxima seguridad, para evitar que como viene ocurriendo por incapacidad y corrupción, se planeen delitos desde las cárceles. Y con ese mismo carácter, construir por lo menos diez cárceles más en el país, en lugares alejados, donde puedan ser mejor controlados. Habilitar el penal de Challapalca, sin hacer el menor caso a los organismos de derechos humanos, que solo buscan boicotear al Estado.
4. Exigir que el CNM designe jueces probos, competentes y libres de corrupción, y a la OCMA, sancionar ejemplarmente en el más breve plazo, toda inconducta funcional, bajo responsabilidad.
5. Organizar las Rondas o Juntas Vecinales, dándole esta responsabilidad a los Comisarios, de cuya eficacia, dependerán sus ascensos. Para ello, dar una ley especial, logística e incentivos.
6. Incentivar la colaboración eficaz y las recompensas, para propiciar la delación entre los delincuentes. Reducir las penas para los "soplones".
7. Crear una Dirección Nacional de Juntas Vecinales, al mando de un Coronel de la PNP, el más calificado. El mismo que emitirá una Directiva Nacional de Participación Ciudadana, la que orientará y monitoreará el trabajo de los Comisarios en este esfuerzo.
Señor Presidente: Nada de lo que aquí se ha expresado está fuera de su alcance. Solo proponemos reorganizar los actores, dándoles Unidad de Comando. Hoy están descoordinados y descontrolados. Tome la decisión histórica de dejarle al país una Policía Nacional librada de todos los males que hoy la corroen y la hacen ineficiente y corrupta. Todo lo que usted haga, sin tomar medidas de alta cirugía, será ineficaz. Hasta hoy está repitiendo las fórmulas que no han funcionado. Si de veras quiere usted ponerle un alto a la inseguridad, decídase a ser el líder de la Nación en esta lucha. Rodéese de gente hábil. El país se lo reconocerá.