miércoles, 19 de junio de 2019

Cómo Salir de la Crisis De Representatividad

En la edición anterior hicimos una reflexión  sobre la crisis de representatividad en la que está sumido el país, y cómo ella ha producido un serio divorcio entre los representantes y los representados, todo lo cual, genera no solo desobediencia, sino una total falta de compromiso.

El pueblo no está dispuesto  a acompañar al gobernante, ni al Congreso en sus iniciativas. Tenemos una democracia debilitada y un país confundido. Todo en vísperas de celebrar el Bicentenario  de  nuestra Independencia. Menudo presente que le hacemos al país en su natalicio.

 

Nuestra característica es la crítica constructiva. Somos propositivos siempre. Y esta no es la excepción. Es por ello que (como nos comprometimos) pergeñaremos algunas ideas para salir de esta profunda crisis, la misma que ha motivado a los jóvenes a salir a la calle a pedir el "cierre del Congreso". Peligrosa propuesta que no hace sino, evidenciar y coincidir con el análisis que hiciéramos en la anterior edición. ¿Qué hacer?

 

PRIMERO.- Rescatar el pensamiento de ilustres politólogos, incidiendo en la importancia  de la legitimidad. Al respecto, nos remitiremos a algunos filósofos como Cicerón, aunque este la desvió al Bien Común. Posteriormente Juan Jacobo Rousseau  en el "Contrato Social" decía que la Legitimidad la otorga la voluntad general de los sometidos al poder. Pero la definición todavía era un tanto vaga. Fue Norberto Bobbio quien la precisó:

 

"La Legitimidad  consiste en la existencia  de una parte relevante de la población con un grado de consenso total que, asegure la obediencia y el compromiso con los representantes, los que hacen innecesario el uso de la fuerza para conseguirlo. Por lo tanto, todo poder debe tratar de ganarse el consenso, para que se le reconozca como legítimo".

 

OBEDIENCIA  Y COMPROMISO

Siendo que "el poder solo es legítimo cuando emana del pueblo y se basa en su consentimiento",  según  R. McKeon, no solo debemos  tener claro que ese pueblo es el único dueño del poder, sino  el único que lo legitima. Al punto que su obediencia  y compromiso, solo se consiguen cuando ese poder es ejercido en su provecho y con su consentimiento.

 

Esta es la clave para que representantes y representados, actúen en armonía. Se admita la obediencia  y se identifique con los esfuerzos a los que los convocan los que ejercen poder. Por lo tanto, la legitimidad es el insumo para evitar el divorcio. La crisis de representatividad.

 

SEGUNDO.- Reconocido el valor de la Legitimidad, debemos reflexionar respecto a las consecuencias que produce fortalecerla. Aquí recurriremos a Carlos Monedero.  En su obra "Representación" exige que los representantes actúen satisfaciendo los intereses del pueblo, condición sin la cual se produce el divorcio entre ambos.

 

¿Cómo superar este divorcio? Recuperando dos atributos, sin los cuales (dice Gaetano Mosca: "La Clase Política") no es posible supervivir: representatividad y confianza.

 

I. REPRESENTACIÓN POLÍTICA

A pesar que el término es polisémico, todas las definiciones respecto a la representación política, tienen un elemento común (como señala Hannah Pitkin: "Parlamentos y Representación"), hacen referencia a una situación dual y relacional. Presupone la existencia de un representante y un representado, y que entre ambos exista una relación.

 

GIOVANNI SARTORI

A partir de esta premisa Giovanni Sartori ("Representación") afirma que "La representación es el acto de un legislador de cumplir las  promesas del mandato por el cual ha sido elegido por sus electores. El representado tiene el derecho de controlar que el representante cumpla con su mandato, castigándolo con la revocatoria o en las próximas elecciones si no lo hace. En todo caso, el representante no puede actuar de espaldas a los requerimientos del representado."

 

Esta armoniosa relación entre ambos, dice Juan Carlos Monedero ("Representación") da como consecuencia la "Sintonía" entre ambos, evitando el divorcio o distanciamiento.

Es esto justamente lo que ha fallado, dando lugar al divorcio que pronosticaba. Los actuales Legisladores, ignorando los más elementales conceptos de representación política (contenidos en la Teoría de la Representación) están actuando sin tener ninguna consideración respecto a los criterios, anhelos y mandatos del representado.

 

TRES EJEMPLOS

Citaremos solo tres ejemplos: la llamada "Ley Pulpín", la misma que tuvo que ser derogada debido a una masiva protesta popular. Pero lo cierto es que esta se promulgó a pesar de las opiniones en contrario de los representados. Se incrementó el mínimo de Congresistas de 120 a 130, a pesar de la opinión mayoritaria de los electores (el 82%). El 77% de la población desaprueba que el Congreso tenga el privilegio excepcional (establecido en la ley que ellos mismos impulsaron) para designar su propio Contralor.

 

¿Acaso los Congresistas son autistas? ¿O se creen con el derecho (una vez elegidos) a legislar como les da la gana, desoyendo a sus electores? Para ellos, la "Semana de Representación" es un descarado proselitismo político con miras a la próxima elección. ¿Sabrán lo que realmente significa el término "representación política"?. Quienes van a las regiones que "representan" a inspeccionar obras o repartir panetones, no tienen la más mínima idea de lo que deben hacer. No tienen la capacidad +para autodenominarse "representantes".

 

¿QUÉ HACER?

Lo obvio, escuchar a la población y legislar en "sintonía" (como dice Monedero) con lo que dice, sienta, piense y quiera o no quiera la población. ¿No se da cuenta la Mesa Directiva presidida por el Fujimorismo, que no nos da la gana que se compren televisores para ver el Mundial, o frigobares para sus despachos, o que se les compren tazas y cucharas para el café?. Seis millones y medio de pobres se oponen a que les metan las manos en sus paupérrimos bolsillos, para satisfacer sus lujos improductivos.

 

II. CONFIANZA POLÍTICA

Dice Francisco Herrera Vázquez ("La confianza política en la tradición republicana, desde Cicerón a Madison") que: "La confianza política es universalmente considerada buena para la democracia. Por un lado, se argumenta que altos niveles de confianza en los políticos, los Partidos Políticos y las instituciones políticas (como el Congreso) es sinónimo de buena salud democrática, y por otro lado, se afirma que la confianza política es un valioso activo para el funcionamiento de esas instituciones".

 

Esa es la capital importancia de la "confianza política", y ella está relacionada con la siguiente pregunta: ¿Cómo pueden estar seguros los ciudadanos de que los representantes perseguirán el interés de los representados en lugar de sus intereses personales o grupales? Esta pregunta es la clave. Y debieron tenerla presente los Congresistas. Aunque este solo deseo viene siendo burlado, desconocido, traicionado.

 

DEFINICIÓN DE CONFIANZA

Dice Bienaco que "existe confianza política" cuando los "electores evalúan favorablemente el voto de sus representantes, con independencia de si piensan que el voto es consistente con sus intereses". Clara y contundente definición de confianza.

 

De lo que se infiere, que la confianza es derivada de la representación política. Por lo tanto, tienen una relación de dependencia. La representatividad genera confianza. Y cuando esta última se rompe, la relación entre representante y representados se quiebra, y se torna demasiado difícil recuperarla.

 

SUSTENTO DE LA LEGITIMIDAD

Los ciudadanos deben tener confianza. Es el sustento de la legitimidad. No es procedente, que los electores no confíen en quien mereció sus votos, y con este acto, el endose de parte de su poder para que ellos lo utilicen para satisfacer los intereses de la nación.

 

Esto es lo que se ha roto, al punto de sospechar que toda decisión del Congreso de la República, tiene "un gato encerrado". No les creemos. Y esto es sumamente grave. Tanto porque ellos mismos lo han provocado, como porque cada día se empeñan irreflexivamente, en seguir destrozando este sentimiento.

 

EJEMPLO:

El Presidente Vizcarra ha pretendido endosarle al Congreso, la solución de problemas cruciales como la reconstrucción y la recaudación, mediante el pedido de facultades legislativas. Como es lógico, estas deben ser exhaustivamente revisadas. Ya tenemos malas experiencias al respecto. Pero no, la población (68%) percibe este mecanismo como obstruccionista. Es que les hemos perdido totalmente la confianza.

 

¿QUÉ HACER?

Obviamente recuperarla. ¿Cómo? Como aconseja Francisco Herreros Vázquez: con una profusa, didáctica y real información. Aunque será demasiado difícil, porque la desconfianza es profunda, pero es bueno que hagamos el intento. Decir que la compra de televisores y frigobares es parte de la "renovación de artículos del Parlamento" es una soberana mentira que ahonda más la desconfianza. Esta es mi opinión.