lunes, 19 de agosto de 2019

Alan García Pérez: La Historia Lo Juzgará

Decía el escritor uruguayo Eduardo Galeano que, "quien vive para no trascender está desperdiciando una vida". Alan García nació y vivió sin ninguna duda, para ser recordado. Y el recuerdo no hace disquisiciones morales. Se acordarán de ti, o pasarás al olvido. Así de simple.

Al respecto, el historiador inglés Arnold Toynbee, decía que la historia se escribe dos veces. La primera, cuando los actores están presentes o sus cadáveres están aún tibios. Esta se redacta con las pasiones guiando la pluma, y como la pasión obnubila la razón, esta es la peor historia. La segunda se escribe después,  cuando esas pasiones se aquietan. Esa suele ser mejor. Más justa.

 

Impredecibles

Los hombres son impredecibles. Es que nacimos para ser contradictorios. Y Alan García lo fue. Nadie sabrá con certeza que lo impulsaría a ejecutar la decisión que tomó. Nos queda solo especular. Y la especulación es la madre de todas las equivocaciones.

 

Dicen los apristas que Alan García tomó una decisión Digna y Honorable. No quiso salir esposado. Quiso evitarle una afrenta a su Partido y a su familia. Se respeta esta especulación. Sin embargo, hay quienes creen que lo hizo para evitar la acción de la Justicia por Corrupto y Cobarde. Conceptos pasionales ambos.

 

Nació para trascender

Pero lo que es cierto. Incuestionable. Es que vivió intensamente sus sueños. Al punto de convencer a todo un pueblo a elegirlo dos veces Presidente. Y ser, quien lo duda, un hombre que nació para trascender. A quien la segunda historia lo colocará en el lugar que se merece. En ella no participaremos.

Frases de odio han recorrido con saña, las redes sociales. Como si con estas diatribas, se pudiera hacer justicia. Atacar a quien ya no puede defenderse es una cobardía.

 

Persecución política

De progenitores apristas, conoció desde temprana edad lo que fue la persecución política. Tuvo que visitar a su padre en prisión por razones ideológicas. Su madre fundó el Partido en Arequipa. Razones suficientes que lo inspiraron inscribirse en el APRA a los diecisiete años.

 

Dueño de una capacidad oratoria singular, se enroló en la política dejando de ejercer su profesión de Abogado. De la mano del Maestro y Guía Víctor Raúl, fue escalando posiciones en la organización. Y consiguió lo que ningún aprista pudo alcanzar: ser Presidente dos veces e influir (hasta su trágica muerte) en la vida política del país. Con aciertos y errores, que solo la segunda historia sabrá evaluar.

 

Quienes lo conocíamos podemos dar fe de la acendrada defensa de sus ideas. De inteligencia preclara, la vida cinceló en su personalidad el gran amor por sí mismo. Lo que en ningún momento invalida su deseo de hacer del Perú un gran país. A su manera.

 

¿Qué esto es reprochable?

No lo creo. Cada hombre tiene sus propias convicciones. Incluso los que lo denostan. Normalmente, quien no tiene ideas que defender, usualmente envidia a quien sí las tiene. Y eso es lo que está inspirando a los que lo vituperan en las redes sociales, escudándose en el anonimato. Táctica que emplean usualmente  los  cobardes.

 

Reconocer virtudes ennoblece más a quien las exalta que a los que se dirigen. Es hora de ser nobles, lo que no quiere decir, en ningún caso, que desconozcamos sus errores. Los tuvo y muchos.

 

Solo quedan dos retos

A la Justicia, discurrir por el difícil camino del Estado de Derecho. Y al Partido Aprista sobrevivir primero y engrandecerse después, superando la grave crisis en que se encuentra. Nadie más que los apristas para asumir el reto. El país debe consolidar su democracia, a partir del fortalecimiento de los Partidos, como lo sugiere Maurice Duverger.

 

Descanse en paz condiscípulo del Colegio José María Eguren de Barranco. Nuestras sentidas condolencias a la familia y serenidad, para no especular sobre lo que no se sabe.