Sentimiento de rechazo
Se equivoca entonces el Gobierno, cuando atribuye a este dirigente la responsabilidad de haber despertado este sentimiento de rechazo cajamarquino. Equivocación que lo induce a insultar a esa población, atribuyéndole la calidad de "borregos" que se dejan llevar de las narices por los dirigentes; y como tal está orientando su estrategia para desacreditarlos o "anularlos" como lo hizo torpemente al apresar al ex-cura Arana, para después tener que liberarlo, confirmando la poca o nula independencia del Poder Judicial.
En el país hay más de 250 conflictos sociales, de los cuales el 70% son medio ambientales, es decir, referidos a la explotación dañina de nuestros recursos naturales por las empresas mineras y petroleras. Y que se sepa, ni Santos ni Arana ni Saavedra, tienen que ver con ellos, Si así fuera, estaríamos ante mesiánicos líderes de alcance nacional, calidad que ni remotamente tienen, y que, por cierto, ellos desearían tener.
La CONFIEP, y sus gonfaloneros a paga, han tratado hasta hoy (con mediano éxito) de desviar nuestra mirada respecto a la historia negra de sus actividades nocivas y la impunidad de la que han gozado, a pesar del evidente daño contra el medio ambiente, y haber condenado a una muerte lenta a pobladores como los de La Oroya; la que está entre las diez ciudades más contaminadas del planeta.
Cómplice por corrupción
Existen más de siete mil pasivos ambientales que jamás se remediarán, porque ninguna de las mineras que los ocasionaron han asumido su responsabilidad. Además, casi la totalidad de ellas, ya no operan en el país. Ya se enriquecieron, y ya se fueron. Nada de lo cual habría sucedido, sin un Estado cómplice por corrupción.
¿No es lógico entonces pensar que independientemente a los Santos, Aranas y Saavedras, en la población haya fecundado un rechazo ancestral respecto a estos daños que ninguna minera quiere remediar, ni el Estado se ha preocupado por evitar?
Ante la poca o nula sensibilidad social de estas empresas extractivas, y el creciente descontento de la población, se les está exigiendo, últimamente, Estudios de Impacto Ambiental más severos. Y ahora sí, pareciera que explotarán nuestros recursos con responsabilidad.
Daño colateral
Sin embargo, la realidad sigue demostrando lo contrario. Una Comisión del Congreso viajó hace poco al Río Corrientes y comprobó, en el sitio, los derrames de petróleo que desde hace años siguen matando todo vestigio de vida en las zonas afectadas. Al respecto, la CONFIEP (obviamente) no ha dicho nada. Y todos aquellos que glorifican la minería, colocándola como panacea de nuestros apremios económicos, tampoco se han pronunciado. Probablemente, para ellos, la vida de unas cuantas etnias es el mal menor; el daño colateral que hay que pagar para que no decrezca nuestro crecimiento económico, el mismo que en un 70% se debe a la exportación primaria de nuestros minerales.
Ante la intransigencia de unos "dirigentes radicales ideologizados" (miopía increíble), se ha venido alentando el diálogo como solución efectiva. Craso error. Demostrando el grado de impreparación del Gobierno: se insiste en un procedimiento equivocado.
El diálogo del griego: "a través de la palabra", es la modalidad en la que se comunican dos o más personas. Y qué duda cabe, que las partes se han comunicado permanentemente, aunque no de forma presencial.
El diálogo, en ningún caso tiene como finalidad llegar a un acuerdo (que es lo que se necesita), sino expresar el punto de vista de las partes. El presidente Humala y su asesora principal Nadine Heredia, no tienen la facultad para cambiar el conocimiento universal; ni están capacitados para ello.
Intereses nacionales
¿Qué debemos hacer entonces?: Negociar. La negociación es un proceso por el cual las partes interesadas resuelven conflictos, procurando obtener resultados que sirvan a sus intereses. Y no tenemos ninguna duda, que los intereses nacionales están en juego. Y, cuando decimos intereses nacionales, no nos estamos refiriendo a los intereses de las compañías mineras (las que han originado este grave problema), sino a los intereses de toda la población.
Pero para negociar se necesita hábiles negociadores (de los que adolece el Gobierno) y de una serena apreciación de la situación; la misma que solo debe estar en manos de asesores inteligentes y no de sobones como viene sucediendo.
Para que haya negociación se necesita: Primero: que existan dos posiciones sobre un mismo asunto. Si fueran coincidentes, no harían falta negociaciones. Segundo: que las dos partes quieran llegar a un acuerdo, si una de ellas no desea hacerlo, no se va a sentar a negociar; y Tercero: se necesita que las partes se comuniquen, intercambiando propuestas y concesiones.
Quien negocia en forma adecuada, con capacidad, con conocimiento, con habilidad, suele generar resultados que lo benefician, de la misma forma en que cometer errores en la negociación lo aleja de sus objetivos.
La primera habilidad del negociador, es generar la fluidez de las comunicaciones y la segunda, motivar a la otra parte, a querer llegar a un acuerdo. Nada aleja más la posibilidad de llegar a un acuerdo, que el esfuerzo en contrario que permanentemente viene realizando el gobierno descalificando a los dirigentes con los que precisamente debe negociar.
¿Cómo negociar acertadamente?
Como vemos, negociar es un proceso mucho más complejo que dialogar. Y solo mediante la negociación se puede llegar a resolver conflictos. El diálogo no es útil para este fin.
¿Pero cómo hacemos para negociar con éxito, si los argumentos de Santos se los dio Humala para ganar votos? ¿Cómo negociar acertadamente, si las condiciones para hacerlo son torpemente concebidas por el Presidente con la aquiescencia de Ministros que solo brillan por su obsecuencia?
Creemos que ha llegado el momento de dar el primer paso para sentar las bases correctas de este proceso. Reiteramos lo que dijimos hace tiempo en solitario y que ahora es un pedido de muchos: que el presidente Humala se dirija en un mensaje a la Nación y reconozca que fue desacertada su campaña de la primera vuelta; y las razones por las cuales, ha tenido que reorientar sus apreciaciones.
La única forma de restituir la confianza es reconociendo el pecado. Y lo que ha perdido Humala es la confianza del país. Sin ella, subsistirá la duda respecto a qué Humala es el que nos gobierna. Y mientras ello suceda, para los cajamarquinos: Conga no va; independientemente de que "eliminen" a Arana, Santos o Saavedra con la excusa de hacer prevalecer el "principio de autoridad".
Imponerla utilizando la fuerza, es el último recurso al que un líder debe apelar. Y cuando así lo decide, es que perdió legitimidad (principio de la gobernabilidad), y sin legitimidad, Conga no va. Pero no irá porque no sea conveniente, sino porque la población no tiene la certeza de sus beneficios, al haber perdido la confianza en su Presidente. Es hora de recuperarla.
Otro sí: Negociar no es sinónimo de debilidad. Es la oportunidad que
necesita la legitimidad, para imponerse sobre la sinrazón, sobre el fanatismo.