El proyecto de ley que incorpora el artículo 316-A (Negacionismo de los Delitos de Terrorismo) al Código Penal remitido al Congreso para su aprobación, ha suscitado (como siempre) un debate epidérmico entre un Gobierno que "se sigue moviendo con improvisación, impericia y miedo" como lo afirma Augusto Álvarez Rodrich, con toda razón, y una clase política que adolece de los mismos defectos (o tal vez peores).
Ambos bandos (el gobierno actual y todos los anteriores, incluyendo a los políticos de todas las épocas) son los responsables de haber creado las condiciones políticas, económicas y sociales para que una banda de marxistas desquiciados haya estimulado a cientos de jóvenes confusos a empuñar ilegalmente las armas y, en base al terror, pretender "cambiar las estructuras del Estado" para imponer la dictadura del proletariado.
Muy poco o casi nada
Esta es la realidad que se incubó antes de 1980 y que tuvo una secuela trágica hasta 1995 fecha en la que esas pretensiones fueron derrotadas militarmente por las Fuerzas Armadas. Derrota que no han podido superar los marxistas de todos los pelajes (incluidos los caviares), no habiendo encontrado otro camino para superar su frustración, que desatar sus odios contra los vencedores.
Pero esos gobiernos y esos políticos no han podido (o no han querido) aprender la lección.
De Belaunde, que calificó de abigeos a estos genocidas, pasamos por García exaltando la mística de los terroristas; luego por Paniagua que creó la Comisión de la Verdad, a la que Alejandro Toledo le añadió la tarea de reconciliación; hasta llegar a Humala que pretende, por decreto, enfrentar la prédica senderista sin percatarse, que las condiciones, que fueron el campo propicio para que tuvieran eco, han cambiado muy poco o casi nada.
Voceros del Gobierno y políticos de diversas tiendas, se han pronunciado sobre la Ley de Negacionismo. Unos a favor y la mayoría en contra. Pero ambos bandos no se han atrevido a negar lo que sí es innegable: que el país llegó a desangrarse por culpa de todos ellos, por impericia, improvisación, corrupción y miedo. Verdad histórica (que sin ley) nos vienen escamoteando los que quisieran que la echemos al olvido.
Esclareciendo ciertos sofismas
Pasando por alto esta verdad nos hemos empeñado en debatir la que se ha enviado al Congreso. Para emitir una opinión objetiva sobre la misma, creemos que deben esclarecerse ciertos sofismas y falacias que están tergiversando la verdad.
1ero: los marxistas enquistados en las ONG's que se han atribuido la exclusiva defensa de los derechos humanos satanizan el proyecto, porque solo se refiere al Negacionismo de los actos terroristas de sendero luminoso. Ellos quisieran que el proyecto también incluyera al terrorismo de Estado el que supuestamente practicó Fujimori.
Para su decepción, trascribimos la Resolución 51/210 del 16 de Enero de 1997, adoptada en la 88 Asamblea Plenaria, en el punto 1.2 de la Asamblea General de las Naciones Unidas: "…terrorismo son los actos criminales encaminados y calculados para provocar un estado de terror en el público general, un grupo de personas o personas particulares para propósitos políticos…"
Dado que el Estado tiene la obligación constitucional de velar por la seguridad de las personas de la Nación, su respuesta legal y legítima apelando al uso de la fuerza no tuvo ningún propósito político, sino preservar la vida de las personas, la paz y su propia supervivencia.
Por lo tanto no cometió terrorismo. Pretender equipararlo a Sendero Luminoso es un despropósito. Pero sin embargo, este es el sueño retorcido de todos los marxistas.
2do: Resulta desproporcionado el temor sobre la amenaza a la "libertad de expresión", derecho humano positivado en la constitución. El tribunal constitucional en su sentencia Nº 0010-2002-pi (fundamento jurídico Nº 83) dice, respecto a las libertades de expresión e información, lo siguiente:
"Las referidas libertades no son absolutas, sino que, por autorización del propio texto constitucional, pueden ser limitadas por ley ("bajo las responsabilidades de ley"). La limitación de estos derechos constitucionales solo se justifica si existen otros valores de igual rango que deben ser protegidos".
Entonces la libertad de expresión no es absoluta, tiene límites. Por otro lado, en el presente caso sí existen otros valores, como los que ya hemos mencionado, que justifican plenamente cualquier limitación. Rasgarse las vestiduras para tener la "libertad" de calificar a Rosario Ponce de: ¡asesina!, o tratar morbosamente el cercenamiento de un pene no es el mejor argumento para hacer un ejercicio irrestricto de ella.
3ero: Hay quienes afirman que una ley de esta naturaleza, en manos de un Poder Judicial impredictible, timorato, poco o nada independiente del poder político y con evidentes signos de corrupción, sería como poner una granada en manos de un niño. No les falta razón. Sin embargo habría que recordarle a toda la clase política, que la Reforma del Estado es una tarea pendiente que ellos mismos la han encarpetado irreflexivamente en el Congreso. Y mientras se siga empolvando todo el aparato del Estado seguirá teniendo los mismos defectos que se le atribuyen al Poder Judicial.
Estos son los tres argumentos principales de los que se han servido los que están a favor y en contra de este proyecto. Es bueno recordarle a la prensa que las libertades de expresión e información, no son libertades absolutas no solo porque así lo prescribe la Constitución, sino porque al haberse ejercido haciendo abuso de ella (con excepciones) la han enervado al punto que debieran aceptar con altura sus limitaciones para proteger otros derechos (como el de la vida).
No han tenido el coraje
Que quede claro que en el país no hubo terrorismo de Estado, a tenor de la Resolución 51/210 de la ONU, y hacen mal quienes pretenden colocar al Estado y Sendero en el mismo nivel, obedeciendo a sus pasiones.
Cometen un error los gobernantes, y la clase política, en invalidar la capacidad del Poder Judicial en su tarea de administrar justicia. Tanto porque se ha llegado a esta situación por culpa de quienes han vulnerado su autonomía (para evitar caer en sus manos) como porque no han tenido el coraje y la capacidad de reformarlo.
Entre ollas y sartenes
En suma, ha sido, hasta hoy, un duelo entre ollas y sartenes para ver quien está mas tiznada. Pero también un esfuerzo confuso y desesperado del gobierno por enfrentar el rebrote senderista, apelando a una ley. Rebrote que como tumor maligno se ha venido gestando hace varios años ante la mirada impasible de Paniagua, Toledo y García.
Pero veamos. ¿En qué forma está rebrotando Sendero?: Mediante su desquiciada prédica ideológica, porque los que están en el VRAEM son vulgares narcotraficantes. ¿Y cómo pretende enfrentar el Gobierno esa prédica? Mediante una ley que castigue a quienes nieguen el terrorismo subversivo. ¿No es acaso que las ideas (aunque sean estúpidas) deben combatirse con ideas mejores y no con la cárcel?
"Fachadas electoreras"
Y aquí viene nuestra principal carencia. No existen partidos políticos en el país (lo que hay son "fachadas electoreras") y como tal, estamos huérfanos de ideas. ¿La más genial de Humala servirá en esta dialéctica? ¿Qué ideología tenemos en el activo político del país, para luchar efectivamente contra estos desquiciados? Ninguna, o si las hay nadie las conoce.
Lamentablemente este debate ha sido distorsionado. Los izquierdistas de todos los pelajes invalidan el proyecto porque no incluye el "terrorismo de Estado". La prensa, porque ve amenazada su "irrestricta" libertad de abusar de ella, y ambos no le confieren al Poder Judicial la capacidad de aplicar esta ley correctamente, sino en función de intereses políticos.
Proyecto negacionista
Sin embargo, como dijimos al inicio, nadie se pregunta si las condiciones económicas, políticas y sociales que fueron el escenario propicio para Sendero han sido superadas. A todas luces parece que no, el escenario sigue siendo casi el mismo por culpa de la clase política que ha dirigido los destinos del país. Por lo que resulta paradójico que esta debata un proyecto negacionista, sin advertir si ese campo fértil, en que se diseminaron las semillas del mal, ha cambiado.
Los jóvenes cerrarán sus mentes a las "ideas" senderistas no porque se lo imponga una ley, sino porque las alternativas racionales son mejores. Pero resulta que ellas no existen, porque quienes debieran concebirlas y difundirlas están interesados solo en la conquista del poder, para usufructuar de él.
Ineficiente, caduco y corrupto
¿Acaso la pobreza no sigue siendo el escenario trágico en que están inmersos más de ocho millones de peruanos? ¿Acaso la corrupción no se ha incrementado? ¿Acaso el uso sensual del poder no ha sido el denominador común de todos los gobiernos? ¿Acaso la justicia no dejó de ser hace tiempo igual para todos? ¿Acaso el Poder Legislativo no sigue siendo una cofradía, que apaña o es magnánima con los impresentables que dañan su imagen? Ninguno de estos defectos que han estado presentes en toda nuestra historia, han podido ser superados. Tenemos un sistema ineficiente, caduco y corrupto. Siendo esto así ¿Con qué antecedente de Estado podemos enfrentar a Sendero?
¿Lo que pasó… pasó?
Felizmente, independientemente a estas graves carencias políticas, la sensatez y la razón individual se están enfrentando a la barbarie. Nos hemos negado a saltar hacia el abismo. Lo que pasó en Camboya, país en el que el Kmer Rouge (símil de Sendero) asesinó a más de un millón y medio de camboyanos, nos detiene ante la prédica genocida de Sendero. Solamente un desquiciado aceptaría vivir esclavo de la dictadura del proletariado. Gracias a estos infiernos que el senderismo nos promete, es que hemos optado tercamente por la democracia.
Todos los gobiernos han sido deficientes en mayor o menor medida. Pero siguen siendo el mal menor. Hemos preferido a Paniagua, Toledo, García y Humala, que a un orate como Guzmán (a) "camarada Gonzalo". Y para esa elección nadie nos ha obligado. Nuestra razón ha sido suficiente.
Presencia fantasmal
Pero ha llegado la hora de enfrentar ideología con ideología, y para ello necesitamos tenerla urgentemente; y esta es la tarea que deben asumir los partidos políticos que hoy solo tienen presencia fantasmal.
Es deber de los padres no soplarle la pluma a lo que debiera ser también un debate familiar. Esta no es tarea exclusiva, ni excluyente de las escuelas y la sociedad.
En resumen
En vez de líos entre ollas y sartenes, sugerimos un debate alturado entre la clase política; comenzando por un mea culpa por haber creado las condiciones para que la prédica senderista haya tenido eco. Esta es la negación que no se debe negar. Y luego, en forma constructiva, hacer germinar ideas políticas. Y una vez que tengamos estas herramientas volver a discutir este proyecto. Mientras tanto: ¡fuera los terroristas del aparato del Estado!; no pueden vivir a costa de la organización a la que quisieron desaparecer.
Jamás concederle a ninguna organización antidemocrática la posibilidad de ser partido político; y finalmente, no otorgarle beneficios penitenciarios a ningún terrorista, y que estos antes de salir de la cárcel paguen el total de las reparaciones que deben a todos los peruanos.
Así estaremos convencidos de que la ley se cumple. Y que nuestros esfuerzos se orienten en tres frentes: el militar, el judicial y el ideológico. Solo así le cerraremos el paso a la barbarie. Esa es nuestra opinión.