Uno de esos derechos fundamentales es la revocatoria. En efecto, el capítulo I, Artículo 2º, inciso 17 dice textualmente: "Toda persona tiene derecho a participar en forma individual o asociada, en la vida política, económica, social y cultural de la Nación. Los ciudadanos tienen conforme a ley, los derechos de elección, de remoción o revocatoria de autoridades, de iniciativa legislativa y de referéndum."
Y la ley a que se refiere este derecho fundamental ya se dio. Es la Ley Nº 26300 de mayo de 1994, Ley de los Derechos de Participación y Control Ciudadanos, que precisa los mecanismos para invocar la revocatoria.
Pretender desconocer este derecho, es atentar gravemente contra la democracia y el Estado de Derecho. Decía Karl Popper ("La sociedad abierta y sus enemigos") que lo que diferencia a la democracia de la tiranía es su perfectibilidad, así como su constante adaptación a las aspiraciones de los gobernados, los que deben tener derecho a sustituir a los gobernantes sin tener que acudir a la revolución o al derramamiento de sangre.
Miles de procesos
La actual Carta Magna data de 1993, y en su construcción participaron muchos de los que hoy se oponen al ejercicio del derecho a la revocatoria. Sin embargo no se opusieron a ella, cuando se revocaron miles de autoridades locales distritales y provinciales, en el interior del país. No esgrimieron ninguno de sus absurdos argumentos para oponerse a estos miles de procesos.
Elegir y revocar son las dos caras de una misma moneda: la democracia. Mediante la elección, el pueblo decide concederle parte de su poder al gobernante y a partir de ese instante se convierte en su único legitimador. No existen, ni tienen porque existir, cheques en blanco ni plazos inexorables. En esto pensaron quienes construyeron la Constitución.
La autoridad no se elige a sí misma, el pueblo es la que la convierte en su mandataria. Y es a través de la democracia participativa (promovida por la Constitución) que participa en la administración del poder que le concedió. Es este el mecanismo mediante el cual exige eficiencia y cumplimiento de los compromisos que se asumió durante la campaña. Es obvio que si el pueblo se da cuenta que cometió un error, tiene la absoluta facultad de rectificarse.
Cónclave anti revocatorio
¿Es desinteresado el apoyo de Perú Posible, conociendo a Alejandro Toledo? ¿Cómo han podido confluir Santos, Saavedra, Andrade, Acuña, Flores Nano en este cónclave anti revocatorio? ¿Qué extraña gestión hizo la alcaldesa Susana Villarán, para que los pobres de la ciudad (sectores D y E, que son la mayoría) hayan decidido revocarla?
Lo que subyace en todo este afán anti revocador, es el espanto que ha causado en todos los locales partidarios (que son muy pocos) y las cúpulas partidarias, el despertar de la población; y ese conglomerado de ciudadanos, a los que se les prometió de todo durante la campaña y aceptaron resignadamente después que ninguna de esas promesas se cumpla. Ese es el escenario en el que ha venido navegando feliz la clase política que ha detentado el poder durante muchos años.
Soberanía popular
Sin embargo, el peso de la soberanía popular, aquella que legitima el poder, parece hacer inexorable el cambio de escenario. Están advertidos, tendrán que ser (como nunca lo fueron) eficientes en la gestión y se verán obligados a cumplir lo que prometan. La resignación, a partir del 17 de Marzo, solo será un mal recuerdo del pasado, sea que gane el SÍ o el NO.
No resulta extraño que determinados empresarios sean aliados de radicales como Saavedra y Santos en el NO. El dinero no tiene ideologías. Da lo mismo recibir ganancias en el bolsillo izquierdo o el derecho. Ellos saben que la ciudad no va a parar. Porque los contratos que se suscriban serán de ejecución legal.
Derechos fundamentales
Creo en la democracia y admiro a Popper por concebirla perfectible. Creo en el Estado de Derecho, por eso defiendo con firmeza el ejercicio de los derechos fundamentales, a los que no debemos renunciar jamás. Creo en la soberanía popular, porque soy un convencido que al pueblo no tan solo le corresponde la titularidad del poder constituyente del Estado, sino también el ejercicio del poder constituido.
Y con todos sus defectos (por ser obra humana) prefiero la rectificación a la resignación. Una nueva ciudadanía emergerá de las urnas el 17 de Marzo. Es insensato oponerse a este parto inexorable. Están advertidas las cúpulas partidarias. Harían bien en escuchar los ecos de la calle a los que no prestaron oídos hace mucho tiempo.